Samuel Santana

PersecuciĆ³n

Si el mar asume sus pasiones
de sales y lágrimas oscuras,
solo recuérdame como la
sombra que se alojó bajo el
semblante de tu
razón misteriosa.

Yo había visto sufrir mucho
los latidos sordos de los
huecos del viento,
las gotas secas del rocío
invernal y la llamada
quejumbrosa de una cruz
amarrada a orilla de un
camino torcido
y abandonado.

Y alguien,
cuya mirada se traslucía
como los dientes
hambrientos y salvajes
de un lobo cenizo,
iba tras mis pasos con
el sigilo de la muerte y
la actitud de una hora
siniestra y macabra.

Pero solo las hojas
podridas del silencio
conocían los rumbos de mis
màs renconditas intenciones.