Al mirarte mi niña, juraría,
que no hay ángel que iguale tu hermosura,
mientras duermes te arrullo con ternura
y cuido de tus sueños noche y día.
A pesar que perdiste vida mía
en la tierra las alas con premura,
cuidaré de tu vida con cordura
y tus alas serán... mi compañía.
Si te miro de cerca me impaciento,
y me obliga un extraño sentimiento
a besar tu cara de porcelana.
Eres pues la princesa de mi cuento
o la luz que ilumina mi mañana,
por ti vivo y por ti muero yo “Triana”.