La vida no se acaba
Hasta que estallan los paralelos
desde el último fulgor del cartucho
disparo a las avenidas descompuestas
de un vulgar pasado a tierra, pastizales
los flaneurs abren el paso al paso
Todos aquí se miran y nadie calla
lo hablado, es parte del paisaje
el pacto, se ser todos extraños como
cuando;
Abrimos brechas en el horizonte
senderos nuevos para el mismo hombre
privado, deprivado, deprimido inamovible
aquí converjo con los tuyos, y enfermo
pululando de razones conjugadas
Es la fiebre que vence
fiebre de ser vencido
Caducidad de la hombría,-hombre
(de saber) que ya hemos sido
el último fruto del canasto
la primera piedra del río
el resto parceló la difusa esquina
y cuando creímos volver a casa
no había vuelta, ni casa
ni uno idéntico a nosotros
y luego, como si no bastara
y caímos de bruces a la pista
de hielo, entumeciendo las narices
golpeamos a nudillos las nubes
y a las manos fracturadas dimos
consejos sabios;
-Déjame reposar el tricentenario
en las lanzas de la araucaria, que
de ser hombre, ya tengo bastante
con las grietas de este cuerpo
silenciado, en la alienación constante
Oigo voces ancianas de niños
antes que volvamos agitando
el rastrillo del sauce, marcando
los surcos parcelados del destierro
exiguo, dame un punto de costales
dame la ristra de los zorzales
deja coser de nuevo los límites de mi
nombre con tu cuerpo
inmemoriable brezo, raíz de abrazo
extingue mis dolores
primitivos en la hondura
de lunas estancadas
y de dunas amarillas
todo queda como si no fuera bastante
real este desierto
de sur a norte
así desde abajo, te veo.