Santiago Miranda

Divagaciones III

La vida no se acaba
    Hasta que estallan los paralelos
desde el último fulgor del cartucho
    disparo a las avenidas descompuestas
de un vulgar pasado a tierra, pastizales
     los flaneurs abren el paso al paso
Todos aquí se miran y nadie calla
     lo hablado, es parte del paisaje
el pacto, se ser todos extraños como
    cuando;

 

Abrimos brechas en el horizonte
senderos nuevos para el mismo hombre
privado, deprivado, deprimido inamovible
aquí converjo con los tuyos, y enfermo
pululando de razones conjugadas

 

Es la fiebre que vence
            fiebre de ser vencido
Caducidad de la hombría,-hombre
(de saber)     que ya hemos sido
    el último fruto del canasto
la primera piedra del río

el resto parceló la difusa esquina
y cuando creímos volver a casa
no había vuelta, ni casa
ni uno idéntico a nosotros
        y luego, como si no bastara
y caímos de bruces a la pista
de hielo, entumeciendo las narices
golpeamos a nudillos las nubes
y a las manos fracturadas dimos
consejos sabios;

-Déjame reposar el tricentenario
en las lanzas de la araucaria, que
de ser hombre, ya tengo bastante
con las grietas de este cuerpo
silenciado, en la alienación constante

 

Oigo voces ancianas de niños
antes que volvamos agitando
el rastrillo del sauce, marcando
los surcos parcelados del destierro
       exiguo, dame un punto de costales
dame la ristra de los zorzales
deja coser de nuevo los límites de mi
nombre con tu cuerpo
inmemoriable brezo, raíz de abrazo
extingue mis dolores
primitivos en la hondura
de lunas estancadas
         y de dunas amarillas
todo queda como si no fuera bastante
  real este desierto
      de sur a norte
           así desde abajo, te veo.