Lejos, muy lejos...
cada día más lejos...
Te miro pero no te veo...
Tus ojos parecen diferentes,
me miran, sin mirarme,
me ven, sin verme...
Tus manos, en otra época envolventes cariñosas y protectoras,
están ausentes...
Te toco pero no te siento...
Tu cuerpo, en otro tiempo apasionado, deseoso de mis caricias constantes,
se muestra insensible, imperturbable...
Tu boca, insaciable de mis besos,
se ha vuelto como de hielo...
Y así estabas,
cerca pero lejos,
hiriendo poquito a poquito
mi alma sin remedio...
Y yo sentía cada día,
que te me escurrías,
como se escurre el agua de mis manos
entre los huequecitos de mis dedos...
Ese mismo agua que un día
hiciera que germinará
aquella flor marchita de mi corazón,
llenando mi mundo de color,
llenando mis días de vida...
Lejos, muy lejos...
cada día más lejos...
irremediablemente lejos...