Con diáfana mirada tan limpia y transparente,
de niño su sonrisa tan clara como el cielo,
con su voz armoniosa me llenaba de anhelo,
del anhelo profundo del amor mas ferviente.
Le entregué mi cariño de manera inocente
cifré mis esperanzas sin nada de recelo
jamás pensé podría llevarme desconsuelo
con pérfidos engaños que matan inclemente.
Pensé que me quería por toda su ternura,
juró que yo sería la estrella de su vida
jamás me sospechaba que fuera tan perjura,
que toda su dulzura por siempre fue mentida
que nada le importaba cubrirme de amargura
destrozando mis sueños con caricia fingida.
Autor: Aníbal Rodríguez.