La lluvia desgajada,
que en cascadas
baja del cielo...
toca mi alma
cual si fuese
sinfonía de Bocelli.
¡Y, yo aquí, con mi amor, te espero!
En dónde estás amado mío,
que no vienes a entibiar tu nido,
ven a entibiar estos días
tan lúgubres y fríos.
En dónde estás
que no escuchas mi palpitar,
en dónde estás amado mío,
que en la distancia
no escuchas mis quejas.
¡Por qué siento
que de mi te alejas!
Abro la ventana
para que el sol me ilumine
y de calor en estos
días de desolación.
Veo un resplandor
y no es la luz del sol,
veo llegar un ángel
más dorado que el atardecer.
Mi rostro palidece de placer
y es que te estoy viendo, vida mía,
allá en la lejanía...
vienes a mi encuentro.
Tú vienes a calmar este tormento,
tú vienes a calmar esta agonía,
tú vienes a calmar mi sufrimiento,
tú vienes a calmar
esta soledad tan deprimente,
tú vienes a entibiar mi vida
porque hace mucho tiempo que te espero.
Por fin llego el momento
de verte y de tenerte,
por fin llego el momento
de romper este silencio.
La felicidad inundaba mi alma,
cuando de repente...
siento un dolor en el pecho,
¡Cómo es que me despierto
y me doy cuenta al momento,
que sólo ha sido un sueño!
Por qué me tuve que despertar,
con estas ansias que tengo, de amar.
¡Pero yo aquí con mi amor te espero!
Hasta cuándo? No lo sé…
Sólo sé que yo te espero.
Felina