A ESA
Envidio aquella
que tus noches acompaña
Y te entregas en abrazos y caricias lisonjeras.
Esa, que escucha los latidos de tu pecho
Y sin pronunciar palabra
termina por robarte
aquellos dulces besos de tan astuta manera.
Envidio a esa,
que te vuelve tan poeta,
cuándo en la helada oscuridad
en la alfombra te desvela.
Esa que tu olor le pertenece
Y sigilosamente tu intimidad arrebata,
mientras de día aguarda
sumergida en tus sábanas.
Envidio a “ESA”
que tu rostro hoy contempla,
cuándo en mi abatible lloro,
siento que por esa me cambiaste.
No son celos los que dices que yo siento,
son deseos por cambiar a “esa”
a esa envidiable almohada
por los besos tan reales que tengo para entregarte.