Después de ver la rosa quebrantada
en el límpido y diáfano florero azul
de mi aposento...
deshojarse rendida...con sus secos pétalos dormidos
por la tibia noche fugitiva,
mi realidad se encrespa en mis rígidos sentidos
con visión igualitaria sobre mi cuerpo herido
Cuanto tiempo me queda de mañanas
al despertar la aurora con su luz remisa
por el aliento frío y sereno de mi tacto.
Para beber a sorbos la quietud
de una brisa fresca amanecida sobre mi inquietud.
Y tocar el brillo de la espera que me atrapa
en el liviano rugir de mis sentidos.
Cuanto es el tiempo que me aguarda
por las esquinas de un resplandor turbado,
para soñar con la realidad perdida en mis quimeras
y brillar sonoro por un mundo de escarcha
que resistió la entrega de mi propia conquista.
Cuanto el tiempo se queda por mis ramas
para endulzar la hiel de la amargura
rompiendo a trozos la espera desangrada
del lapso solemne de mi angustia.
Cuanto se queda el tiempo aquí en mis manos
para tocar la belleza de la vida,
sin enojos turbios ni rencor ufano
y soñar despierto una felicidad perdida.
Cuanto el tiempo quedará impregnado
en mi vivir de amor y soledad marchita.
Si por amor el tiempo ha subyugado
al corazón que por amor me habita.
Cuanto tiempo me queda para amarte
A ti...cielo y vida de mi vida.
Con un cariño rendido ante tus plantas
y un beso de amor de despedida.
LEONARDO HENRRICY SANTIAGO
Leo Henry
Recluta de la Nostalgia