Vertical y horizontal desde los muebles mira,
envuelto en el perfume que se marcha
nunca lloró las despedidas,
por las tardes presagia ciertos manoteos
que requiebran su piel de esmalte
inundando de silencios sus entrañas,
la soledad le acrecienta inertes tallos como pinceles que abrevan,
cuerpo hueco, redondo, ser indolente,
valle de barro y fatigadas ternuras,
testigo sin reposo, lengua, ojos,
forma redonda que cruza la vida siendo abrevadero
dulces y amargas memorias sobre su cuerpo
días de bodas, muertos, velorios
amores que también agonizan
junto a candiles y flores indiferentes.
en sus adentros las amamanta para impedir que fallezcan
cría como se crían los recuerdos para que no mueran,
se olvida del día y la noche,
noctámbulo tizón de barro o porcelana
bailando con flores, sueños y muertos resucitados.
Un día un remolino de manos
lo sumergió hasta la tierra
donde conoció su muerte.
Un día lo vi roto, imperturbable
en el pabellón de los objetos que se marchan,
un fantasma, un oscuro y distante recuerdo nos ha cuarteado,
algo de su materia desentierra invisibles senderos
por donde también me he ido.