El sonido de una lágrima vibra fuerte
se hace intenso, causa temblor en las fibras del alma;
tristeza y temor retumban la calma
de unos ojos llorosos que ni quieren verte.
El sonido de una lágrima
asedia los sentidos lastimados del corazón;
riega complicada nostalgia,
y en su entrega nubla el pensamiento.
En la soledad vertida aflicción se va sintiendo,
vaciado en un cesto roto
va corroyendo las entrañas sin más razón.
El sonido de una lágrima de pasión enmudece,
en el lienzo etéreo sigue creciendo distorsionado;
con el corte estéril del elixir del amor así fue pintado
y en la alusión existencial anidado permanece.
El sonido de una lágrima
lo escucha quien en la incomprensión ha vivido,
no padeciendo ni muriendo en el olvido
sino entendiendo esa ausencia amarguísima.
Julio Medina
15 de octubre del 2016