Escribimos, ¡una historia!
llevando en mente una situación
predilecta donde es la pasión
una oportunidad
al tiempo, Él, corta sutilmente
uno de sus hilos del hilar,
en el momento preciso,
exacto
siendo Él
y recalcando la sílaba perfecta,
¡Él!,
el dueño de toda creación
quien define
el cómo
el cuándo
el dónde
y el por qué
sin tomar nuestra presencia como punto
de valor ante la ausencia
ante la pérdida
ante aquel doloroso
pero sutil movimiento,
atribulando núcleos enteros
y átomos circundantes que por
mas deseo, no logran converger
en su centro en ese inesperado
momento.