Mi existencia es un soplo,
es la brisa del estío;
el otoño en su presencia
me recuerda los sabores
de las cosas que no están,
que no vuelven,
y de cosas que regresan
a probar mi madurez.
Y la vida con sus giros
toma forma de espiral
que en sus vueltas
va trayendo remembranzas
que quedaron ya muy lejos,
y los sueños del pasado
que son hoy eternidad.
Experiencias y lecciones
que en los años aprendí
constituyen un tesoro
que perdura.
Las vivencias del presente
representan la cosecha;
es el premio
por las cosas que sembré.