Plácido lugar de espíritus,
allí parece posarse el Dios eterno
en totumas verdes de la tierra.
Tórrido suelo en humedad,
lenta nubosidad en invierno,
tus ojos de fuego la calcina.
En brasas silentes, despiadadas,
conviertes las nubes grises
en corazón púrpura.