Yace el alma bajo el silencio
cuando el dolor de las lágrimas
sonoro y triste relampaguea.
Se crispan rayos sobre mi techo
que en su luz mecen las sombras
nacidas del amor que me envenena.
Desperté dormida en tu lecho,
encarcelada a tu libertad,
muriendo entre apagada tristeza.
Cerré mis manos, cerré mis versos,
calló el corazón para siempre
mientras en cenizas se volvían mis penas.