Una gota
Una bráctea amarilla ahogada de lluvia
En la mañana amada es tan feliz
Mientras que yo me he quedado para mis ojos
Todo el ácido del rocío
El recuerdo que asciende es como una monja
Sin nariz a las seis de la tarde
Como música inútil y sutil para sordos
No me ves ahora pero sabes
Que en este laberinto las horas se me arrastran
Por el piso de la vida
Derretidas y viscosas y se pegan a mis pies
Cómo me atrapan
Mañana
En el jardín que dejó nuestro cielo roto
Recogeremos no obstante las primeras flores
Trituradas y aun en penumbras sabremos
Que el olvido no fue hambruna de león
Hoy mi semblante
Acaricia la muerte con manos de niño
Mañana quizá por la labor de tus manos huidas
Volveremos a ser