Seguimos el camino de la vida
con fuerzas recobradas;
las antiguas y profundas heridas
curadas y olvidadas
Lluvia suave, purificadora
dulce cayó , serena,
límpida y sanadora,
arrastrando la pena
de nuestros corazones
lavando las almas, hechas jirones
empapando los ojos
para al fin, llorar por nuestros despojos
Oímos la llamada persistente
del Destino, allá en la lejanía
como una letanía
grabada en nuestra mente
que queremos ignorar.
He visto el nuevo día
anunciado por la diáfana aurora ;
presto y sin demora
nos renueva la perdida energía
Ardua es la tarea
sembrando en las praderas del futuro.
Una brisa aletea
portando aire puro
para secar el sudor
para olvidar el rencor
Voy buscando los cielos
y oteo tras el monte
la brillante línea de mis anhelos
la luz que augura el fin de los duelos
¡ El deseado horizonte!