Allí estaba cada tanto con su gracia
embriagando mis sentidos, sin dejarme respirar.
Y allí yo leyéndole quizá pocos-muchos versos
al ritmo de mi sangre y al compás del corazón.
No había reparado que su risa era un concierto
que su gesto y alegría eran ópera y canción.
No sabía que sus ojos eran gemas, eran sol
y que eran subyugantes los colores de su luz.
Y lo he visto en su rostro fuente clara, tilo en flor
y en su pelo y en su boca fresca aurora y viento azul.
Allí estaba transformando los motivos de mi ser
y yo esa ola-fuego pretendiéndolo ocultar.
Yo no he visto, yo no veo tanta gracia, tanta paz
yo no tuve otro encanto como ese, ayer, hoy...
Y es ella en la noche sueño tibio, mi solaz
y es ella en todo tiempo mi promesa, sino y paz.
Yo ansío, anhelo, quiero esa deidad alcanzar
y llevármela conmigo por el cielo, tierra y mar.
Bolívar Delgado Arce