Ayer en la noche recordé tu voz,
Era tan dulce y cálida como siempre,
Y fue cuando me golpeo tu lejanía.
Karina, amor, deja tu ventana abierta,
Llegaré con la fría brisa de la noche,
A abrazarte y poder brindarte mi calor.
Es que te siento tan lejana en esta penumbra,
Moriré con la sobredosis de tu ausencia
Y no llegaras a saberlo,
Porque tu olor se evapora,
Como las gotas del rocío,
Porque tus manos se vuelven rosas
Y se alejan de mis pétalos torcidos.
Aun tengo tu silueta en mis latidos,
Y mis parpados estáticos esperando tu llegada.
Mis ojos se vuelven gaviotas,
Buscando el sonido de tu alma.
Solo deseo un vuelo para ir,
Donde tus pies se divierten al caminar,
Deseo un boleto de ida,
Para perderme en nuestro mundo,
De estrellas hechas perlas,
Y donde tu sonrisa siempre es perfecta.