Como reprochar y no agradecer tu dureza que me ha enseñado a no rendirme ante los caminos de la vida, para lograr alcanzar cada enseñanza que la misma nos deja. Gracias a ti a cada paso que ibas dejando con tus tropiezos, para luego enseñar a quienes llegarían a ser parte de tu existencia, está me enseñaría que podía demostrarme lo fuerte que me hacías con tu aprendizaje por los caminos de un destino, al irme levantando mientras tu dejabas en mi marcada tus huellas, así como aquella hoja verde que se va secando al llegar el otoño.
Nunca hubiese ilustrado sola tanto como en la adversidad, cuanto más me caía, cuanto más miedo sentía, cuanto más débil creía ser, más fuerte me hacías, secando mis lágrimas y motivándome a seguir, gracias a tu dedicación y al tiempo que se estriaba tu piel, que llego a gritar al tiempo de impotencia en tu interior al ir dejando en el camino la belleza que teñía un rostro lleno de juventud y vida…
¿Cómo se logra entender cuando el mundo es el que te ha fallado, cuando te sientes sola o cuando crees que nada puede ir peor? entonces recuerdo a ese ser guerrero que seguía por el sendero de su destino sin temer, me acuno en tu poder de amor y es ahí me llega la aceptación y la fuerza, sonriendo me levanto en lágrimas de silencio, recordando sus palabras… “Tu bienestar está dentro de ti y solo dependes de un amor que no ofrece resistencia, el amor propio, sola te darás cuenta que no tiene sentido seguir presionándote y que la vida merece la pena con sus altas y con sus bajas, confía en ti y vuelve a sonreír de pie a las adversidades y caída” finalmente, te honras por encontrar esa mujer que marca para siempre tu vida. Ya que ella te enseño a que la superación es la llave de tu éxito, que el poder de la impotencia no te ha doblegado y que si tu mente ha resistido, podrás con todo lo que se te ponga de frente y en cada recuerdo los obstáculos los abras vencido… Gracias a ti madre, por dejarme marcada tus huellas en el folio del libro que marcabas para mi destino…