La luna que baña tus pupilas
en donde me reflejo, inseguro
me muestra mil caminos
que esperan soñolientos
y al caminar contigo, te lo juro
nada me haría volver a mis pisadas
que el tiempo de luna eternizada
las borre, las barra y las convierta
en polvo que descienda
con una suavidad de espuma
¡Qué buena broma nos juega esta luna!
para que nadie nos siga en el sendero
viajamos juntos en planos paralelos
tú, con tus pupilas iluminando charcas
palideciendo de envidia a los cocuyos
mientras que yo voy versificando un poema
extenso y eternamente tuyo.
Como el pastor que trashuma
esos caminos cargados de guijarros
y de hierbas ya entregadas
resignadas a ser tatuaje de pezuñas y pisadas
nos perderemos sin volver el rostro
nada a lo que nos llame haremos caso
ni cuando el sol se levante a trabajar gozoso
ni cuando se entregue rendido en el ocaso.