El buen hermano Angelillo era el último huésped de su huerto. Su silla de esparto era la única en la que alguien suspiraba, el resto, estaban vacías pues no recibía invitados, y los que lo hacían, eran los que le habían robado en su huerto en los días de locura y alegría de la sagrada familia. Festividad principal de la camada del pueblo de los lobos, donde todo el mundo despilfarraba la comida y se sacrifican en honor a la familia: toros.
En las animadas calles se representaba la última cena, la última comida, el último almuerzo, pero nunca era el último, pues siempre llegaba otro. Solo el hermano Angelillo era el único que pasaba hambre en la ciudad de los lobos, el único gran asno por no vivir de sus padres como el resto de habitantes del municipio, o de la droga, que era como un miembro sagrado de la familia y llamaban María la alegría.
La ciudad de los lobos era una ciudad de familia, que servía para empobrecer a los solitarios, o a los inmigrantes que venían de fuera. Por eso la policía, los psicólogos, y los sacerdotes, al igual que los doctores, aseguraban que la familia era el mejor remedio para acabar con los mendigos.
Era este el motivo, y no solo el robo en su huerto, lo que hacía que llorara el buen hermano Angelillo en los días de la sagrada familia, que al igual que otros desdichados, como él , sufrían en esas vísperas semejantes a la navidad, porque eran arrastrados por las familias al asco, y en muchos casos al suicidio.
Las autoridades, que tenían esto estudiado y a bien como gran sistema , con orgullo eran los primeros en sacar el pecho, ya fueran progresistas o conservadores, que daban por igual las voces proclamando a vivo canto:
viva la sagrada familia que nos limpia de pobres el pueblo.
Paz y bien ciudadanos.
Oremos en familia.
Angelillo de Uixó.
la familia, uno de los grandes males de la humanidad, sino sea el peor de todos junto la propiedad privada, que conste que no soy comunista al decir esto, soy de vall d´uixó y por eso lo veo.