Juan M. Gámez Ortiz

Terremotos, luces y súplicas

Terremotos de luciérnagas se tambalean en las tormentas que levantas con los ojos.

 

Luces que brillan con fuerza reflejadas en los iridiscentes luceros de tu alma esquiva.

 

Súplicas que no llegan a tu puerto, allá a lo lejos, en tu orilla, donde naufragan
los anhelos que siempre había reprimido hasta que vi por vez primera tus pupilas.

 

Terremotos de luciérnagas coloridas que nacen y vuelan alrededor de nuestra cabeza,
mientras me miras con esas dos perlas marrones y negras con que arrancaste mi tristeza.

 

Luces que brillan y que deslumbran la vista del que se creía un ciego que siente poco,
que ha vivido poco desde que las luciérnagas se organizaron en el cielo formando estrellas.

 

Súplicas que no llegan a ningún lado, por no haber sido formuladas nunca, por miedo.

 

Terremotos de luciérnagas que se tambalearían si tuvieran los recuerdos que he guardado.

 

Luces que brillan con fuerza se apagarían para dejar un día o dos de luto por mi memoria.

 

Súplicas que nunca me han servido para dejar de ser tan inconscientemente tímido de la vida,
que no han servido para apaciguar las tormentas que levantabas con los ojos cuando me querías.