A BLAS DE OTERO
Leo ansioso tu desgarrado verso
Y de nuevo se clava en mis entrañas,
Arañando e hiriendo con gran saña,
Rompiendo en mil pedazos mi universo.
Crudos versos agriados por la muerte,
Escritos desde abajo al inframundo,
Desde tu adentro hacia lo más profundo,
Dictados siempre por tu infausta suerte
Plegado en Ti, solo contigo mismo,
Buscaste a Dios, lo mismo que la hiedra
Se adhiere a las paredes, a la piedra,
Tu Yo y su El, incómodo intimismo.
Como respuesta de tu duro grito,
“Llambria y cantil de soledad”.
Y amparado después en la amistad,
Adosaste el Nosotros a tu escrito.
Y tu poema se volvió hacia el hombre,
Y, “Pidiendo la Paz y la Palabra”,
Con este delirante Abracadabra,
Te olvidaste de Dios y de su Nombre.
Virtuoso de la lira y el soneto,
Poeta crudo allá donde los haya,
Desde esa, tu magnífica atalaya,
Nos dejaste tu corazón inquieto.
Y con él, la verdad de tus poemas,
La excelencia de métrica y de rimas.
No en Otero, tú estás en altas cimas,
Verdad desnuda, sinceridad extrema.
Te sueño platicando ahora con El,
Tratando tus verdades cara a cara
En el diálogo que te denegara,
Con tu sinceridad a flor de piel.
Y por soñar, te sueño más sereno
Como un “renglón vacío” en tu SERENE
Sin una depresión que te gangrene,
Fundido a El en un abrazo pleno.
Octubre de 2016
Jose Cruz Sainz Alvarez