Honestos, fieles y francos
eran tres buenos amigos,
era una amistad muy grande
se conocían de niños,
jugaban a las canicas
eran muy inseparables
como el invierno y la lluvia,
para ellos no habían males
que pudieran separarlos,
su cariño era envidiable
que podían dar la vida
por defender ideales.
Les llego su juventud,
con ella el tiempo de estudio,
se fueron a la ciudad
en busca de su futuro,
volvían de vacaciones
y de nuevo estaban juntos,
eran como tres hermanos
su gran afecto era mutuo.
Más el tiempo fue pasando
y un día estalló la guerra,
se fueron a combatir
cada quien por sus ideas,
uno al lado del tirano
los otros dos a la izquierda,
el amigo derechista
murió en un cruento combate,
y los que salieron vivos,
su amistad se hizo más grande.
Compartían su alegría
por el gran triunfo obtenido,
hablaban del gran futuro
de los pobres y los niños;
pero la revolución
un día cambio de rumbo
se convirtió en tiranía,
y cuando no pudo el pueblo
aguantar tantos desmanes
volvió la lucha de nuevo.
Uno de ellos renunció
al trabajo del gobierno
cómplice no quiso ser
del dolor y desespero
que oprimían a la gente,
el amigo de otros tiempos
ya se había acostumbrado
a disfrutar de su cargo,
ahora ya ni conversan
están en distinto bando.
Pregunto con inquietud
si aún el hombre más bueno
puede dejarse cegar
por el brillo del dinero
que obtienen de la miseria
a que someten al pueblo
tiranos envilecidos
que de poder están ciegos.
Autor: Aníbal Rodríguez.