Sus lágrimas...
mojaban,
Tristemente sus pómulos hasta
Depositarse en sus grandes y quebrantados, rosas y suaves labios que ligeramente temblaban
De un vehemente dolor
Dolor puro, fuerte y despiadado
Que a su ridícula hombría sorprendía.
Sus puños apretados gotitas de roja vida desprendía, al escuchar el chirrido de aquellas oxidadas campanas, que anunciaban la despiadada realidad que su corazón negaba
Y gritaba!
Lágrimas y dolorosos quejidos a sus rodillas hicieron caer, mientras allí en el frío y cutre suelo el recuerdo de su dulce amada a su mente acechaba.
Recuerdos al olor de su cabellos mojados, recién lavados
Recuerdos de los arduos besos que a su pequeña boca inundaban
Recuerdos de sus protectores abrazos que a ellos protegían, cuando sus almas dolían
Y dolían
Recuerdos a su extraña manera de responder siempre alegre, incoherente y de aquella rara sensualidad que solo ella su amada poseía
Recuerdos, recuerdos del viento invadiendo sus hermosas caderas, aquellas, que mis manos apretaban...
Repiqueteos de nuevo!!! de tan odiosa y solemne melodía sepulcral.
Allí! Bajo tierra, mi ninfa!
La de dulces caderas y de rojos labios, la de movimientos sensuales y de majestuosa irreverencia allí, mi dulce y trastornada doncella que a su vida
Al final
Llevó.