De tanto provocar sus desvelos
y hacer sangrar su alma
creció el caudal de sus lágrimas
y arrastró su amor por ti
y esparció sus pedazos en el mar.
Ahora culpas de aquello al tiempo
y desafías con rabia al azar.
No fueron ellos
ni siquiera fue el cruel destino;
¡fuiste tú!
quien con su látigo de indiferencia
canalizó en ella la huida sin regreso
de lo que hoy buscas
y no encuentras;
aquello que alguien más exhibe como un logro
de lo que solo te quedan anhelos
recuerdos añejos
frustración
y una historia manida
que nunca dejas de contar
como consuelo.
WBelDe
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