Acaricié tu recuerdo al caer la noche.
Mi mirada se perdía mientras oteaba el horizonte.
La brisa marina me trajo tu aroma; mientras besaba mi rostro.
El azul del cielo me recordó tus ojos; intensos y profundos.
Temerosas las estrellas se asomaban; rememoré tu timidez y reserva. Te fuiste mostrando lenta cual botón de rosa, que despliega sin prisas, su hermosura.
La suave textura de la arena, trajo a mi mente tu piel sedosa.
Evoqué tus labios mientras pronunciaba tu nombre; sentí aquella sensación indescriptible que encendía mi pasión intensa.
Añoré tu cálida y melodiosa voz al escuchar el rumor de las olas, junto con tu risa canora que alejaba cualquier pena de mi alma en otrora.
Mientras desaparecían los rayos del sol, se apoderaba de mí una soledad intensa.
Me abracé a mi mismo mientras caía de rodillas. Lloré amargamente mi suerte.
Maldije aquel día que el destino me hizo perderte. Sentí de nuevo tu mano en la mía, mientras me decías: “me voy amor de mi vida. Abrázame, abrázame. Tengo miedo vida mía, no quiero dejarte, no quiero perderte”. Te estreché fuerte, quise retenerte, mas todo fue inútil. Te fuiste apagando entre mis brazos lánguidamente.
Quise arrancarme la vida en ese mismo instante, total ¿qué sentido tenía sin poder tenerte?
Vago por la vida cual demente. Te busco a cada instante mas no logro encontrarte. Camino sin rumbo esperando la muerte. La única que podrá fin a mi dolor y me de la oportunidad, seguro estoy, de poder de nuevo poseerte.