Alejandre Alves

Amores de Autobús

Volvía yo a casa a las 17h30m, lleno estaba el autobús. Había allá todo tipo de gente. Un señor ya mayor me miraba con curiosidad a cada vez que, con los que estaban conmigo, yo entrenaba mi español. De golpe paró el autobús y cuando miré hacia al lado, derecho, le vi a ella. Tenía una mirada cansada, sufrida, una mirada pedigüeña, su pelo liso y negro se caía por encima de sus ojos y por debajo de ellos me miraba… Sin cesar… Al tiempo de diez segundo le amé. Nos casamos… Tuvimos hijos… Tres. Dos chicas y un pibe que nació por último. Al tiempo de diez o tal vez quince segundos le vi en todos los portarretratos de mi habitación. Le vi tirada en mi cama tras una inspirada tarde de amor empapando la sábana que más me gusta, pero no me importaba.  Imaginé las peleas también, pues creo que son importantes para probar el amor a la vez. Me acordé de aquellos domingos dedicados a las madres. Los domingos infinitos de lidia en la mesa del almuerzo junto al calor insoportable que hace a las catorce horas.  Sin embargo, así como de golpe apareció trayéndome una vida que yo no tenía, se me fue sin cambiar la mirada… Sin desfigurar la expresión por la cual  me enamoré… Se me fue llevándose consigo  mis sueños. Nuestros sueños. Cómo son lindos estos amores de autobuses.

 

Alejandre Alves.

16/12/2008.

A las 17h37m dentro del autobús y pasado a la computadora en la misma fecha a las 23h6m.

“… en este momento vuelvo a estar solo…”