Los monstruos no están debajo de tu cama,
ni tampoco están en el dormitorio,
no están detrás de tu puerta,
ni detrás del rebaño de tu sueños,
los monstruos no están en la oscuridad.
Pero si lo están en las calles, en las calles más oscuras.
Cuan fácil sería si los monstruos
esperaran bajo tu colchón.
Pero por eso son monstruos.
Ellos están ocultos en tu espalda,
asechando con filosas lenguas,
sedientas del temor en tu ardiente sangre.
Ellos están en traicioneras bocas, en falsas frases,
y en los oídos más idiotas.
Por eso soy un muerto de piel fría
y corazón ardiente.
las lenguas que osan tocarme
fallecen en el instante.
Por eso los monstruos no me tocan,
por eso no viven dentro mío,
pero aún así con fe me asechan
desde lejos... muy de lejos.