Sus susurros de lamento se agachan por miedo
en las sombras de las salas de su niñez,
espejos mancillados reflejan su imagen,
negativas borrosas en blanco y negro
despiertan recuerdos enterrados hace tiempo,
juntos con sus juguetes
Sus lágrimas se balancean en los bordes de sus ojos,
sin evitar la tentación de caer
sobre los precipicios de sus mejillas,
antes de filtrarse por sus labios
a teñir su lengua con amargura,
por siempre
Su creencia de estar puesta en libertad
la burlaba sin piedad,
se acuerda del dolor ,
el sufrimiento muy en su interior,
invisible a los demás
Una contestación nunca la ha encontrado,
al enigma cubriendo su sonrisa,
del porque la abandonaron sin un beso de adiós
o una carta firmada con amor,
para explicar su pérdida de orgullo
La foto cortesía de Jérome Coppo