El verde variopinto del paisaje, recuérdame tus ojos profundos.
El cielo azul celeste, tu alma fina, noble y pura, mi radiante criatura.
La brisa indomable tu pasión arrolladora y desbordante.
Las blancas nubes en su pasar constante, tus sueños, tus esperanzas, tu talante.
Las aves en su vuelo, la inquietud de tu pensamiento, tu andar sereno.
El sol brillante, orgulloso, tu manera positiva de ver la vida, maravilloso.
La tierra del camino, tu laboriosidad incansable, potro indomable.
Las lejanas montañas, tu cuerpo en mi cama, después de la danza del amor.
El vivo color de las flores, tu ternura, tu premura, tus primores.
El aroma del musgo salvaje, el olor de tu cuerpo, tu esencia, tu delicioso potaje.
El riachuelo en su lento pasar, darle a las cosas su justo lugar, sin desesperar.
El canto del salto en la lejanía, recuérdame tu voz vida mía.
La vieja casa abandonada, tu necesidad de silencio, de reflexión, de espacio.
La carreta que se aleja en el horizonte, tu pasado con sus tormentos.
Los siervos que juegan, corren y se aman, nuestro futuro, nuestro por venir.
Todo en el paisaje me habla, me recuerda, me remite a ti.
Permite que a tu lado pueda vivir yo, sin pedir nada a cambio, solo ventura.