Me dediqué a perderte
entre almendros en huerto
que dádivas fueron amores;
en las frondas veredas
de nuestros sutiles pasos,
del parque tenue y silencioso
donde, sentados, nos añoramos.
tras el plácido murmullo caño oro
manado como tus besos;
en sonatas del requinto triste
que interpreta perenne robledal;
en lánguidas citadinas calles
fieles a mi quebranto.
en el olvido de tus sitios.
Es mi recuerdo,
si mal no estoy,
albedrío de tus sentidos.