Destinado a perderte, siempre estuve destinado a no tener tu clara piel llena de constelaciones disfrazadas de lunares que conducían de tu cuello a tus piernas y en ellas al lugar aquél en donde yace la humedad provocada por mis besos, mis manos, por mi cuerpo...
Estuve y sigo condenado a poseerte, sí, a poseerte en los recuerdos, a poseerte algunas veces entre las sábanas de algún hotel de esos de paso, en donde los amantes regalan sus horas, sus noches mal pagadas, en donde pierden sus advenedizos sueños al salir de esas cuatro paredes que mal pagan cuando vuelves a sentir el aire frío de la verdad.Ahora entiendo que al poseerte no necesitaba más que gozar el momento, que perderme antes perder, no era necesario verte dentro de un sentimiento, aunque estuviera dentro de tu cuerpo, a veces los amores cuerdos son los más efímeros, los que más aman siempre pierden igual... Pero ahí vamos enamorandonos de la mitomania que profesa un cuerpo, de la mentira que produce un gemido, y de las palabras que se expulsan al degustar la excitación de un dorso y dos piernas al amancebarse... Nos gusta amar sabiendo la execrable verdad...