a mi ángel mujer
Eres dulce en la mirada de tus ojos,
que el día se avergüenza de su luz,
por el sonido azucarado de tu risa,
el viento pasa callado, sin agitar las hojas.
Ha tanta dulzura en tu voz,
que hasta los pájaros, si te oyen,
se quedan callados;
en tus gestos lentos esparces
el almíbar de tus movimientos.
En verdad, de tu cuerpo exhala
un suave y dulce perfume,
que las flores se mueren de celos;
sin que imagines,
si pasas por los jardines,
se desecan amargamente.
Pienso que hasta tus lágrimas,
si yo pudiera beberlas,
sabrían, a mí, muy dulces.
Creo que los ángeles
son los azucareros de Dios…