Por calles y por jardines
Con la mirada extraviada,
Pensado en los querubines.
Con su mente ya perdida,
Amores no confabula
Con el alma confundida.
De la vida, la alegría,
Ya no goza de confianza
Por falta de su energía.
Al perder toda confianza,
Y vivir la oscuridad
Que anula toda esperanza.
Cuando todo se ha perdido.
Y al fin del camino queda:
La muerte con lo vivido.
Tres capullos han surgido
Con la esperanza atrevida
De que lleguen a floridos.
La mirada cobra brillo,
El corazón ya rebosa,
La vida adquiere sentido.
Tan florecidas y hermosas,
Ayudarlas se merecen
Para brillar harmoniosas.
Irene, segunda llega,
Y Daniel es el postrero,
Cerrando el trío de colegas.
La segunda, niña, dulce
Y el pequeñín es un duende
Que todo me lo revuelve.
Su sonrisa en foto tengo,
Que me sirve de lucero
Por ser mi primer recuerdo.
La pareja se completa,
Por tener lo que conviene
Macho y hembra que se intenta.
Por ser el inesperado,
Cariño mayor merece
Que todos le hemos honrado.
A todos quiero por igual,
No sé cual es más amado,
Para no romper el ritual.
Y su gracia para admirar.
Así tengo que ser cauto
Para a ninguno olvidar.
De despertar mis afectos,
Las huellas de la confianza
De ser abuelo perfecto.
Sin tener el primer nieto.
Los amores de heredero,
Madre y esposa son viento.
Los nietos son los que mandan,
La disciplina es pañuelo
Que vuela por la ventana.
Arregla todas las cosas.
Los nietos con sus sonrisas
No aceptan palabras latosas.
Pero a su lado estaré
Con mis consejos correctos,
Con mucha experiencia y saber.
Para aprender a ser fuertes,
En los caminos tediosos
De los humanos sufrientes.
La energía que da vida,
Lucharé para que tengan
Apoyo, amor y acogida.
Del amor que los profeso,
Si faltaran de su afecto
La vida sería un deceso.
En sus ojos y en su voz,
Donde el tierno amor me deja
Sus besos de portavoz.
Siempre me recordarán
Que por sus venas el valor
De mi sangre correrá.
me despiertan la conciencia
De borrar recuerdos negros
Que acumula la experiencia.
Con yugo de fuerte amor,
Que me llevan a la amnesia
De angustias y todo dolor.
Que manita de mi nieto,
Aferrándose a mi dedo,
Apoyo busque en su aprieto.
Cuando el miedo les aflija,
Busquen siempre solución
para que yo les cobija.
El placer de su compañía
Y darles mi amor sincero
Hasta mi cierta agonía.
Que me indican el camino
Para seguir el velero
Al puerto de mi destino.
El final de mi camino,
Son tres luceros que animan
Cumplir mi postrer destino.
No quiero dejar tristeza,
En su recuerdo aparezca
La alegría en sus cabezas.
Al oír sus tristes suspiros
Y la alegría no huyera,
La tumba sería un respiro.
Ni enturbies ya mi esperanza
De ser mis huesos capaces
De descansar con templanza.
El abuelo es ya el final,
Los dos juntos el compendio,
Forman el ciclo vital.
Alejandro Tejero Esc., Gijon,4-1-2015