Y te adueñaste de mi alma inocente,
de una infancia de flor sin abrir,
me dejé llevar creyendo en los cuentos
sin esfuerzo de amores yo aprendí.
Te di mi cielo, mi tierra y mis besos,
mi cuerpo envuelto de rosas y jazmín,
sobre aquel velo frágil allá por abril.
Fuiste naranjo y azahar en mis venas
en las noches de flores entre estrellas
dormí en el pecho que hice mi universo.
Tus palabras las llevo tan clavadas
en esta soledad de mi secreto,
ya no puedo olvidarlas ni quiero,
te quiero protagonista en mis sueños.
Lola Barea.