En la casa tal vez llueva todavía
mientras aquí el sol sacude el aire.
Los pájaros aglutinan gorjeos
y en mi alma bulle su recuerdo.
Aún pesa en mi oído el silencio de la lluvia
que estremecía la soledad de la ventana
Lejos estoy de la casa, pero no de ella.
En mi alma es nítido el tatuaje de su cara.
Ahogó la lluvia la esperanza de la madrugada.
Luego rodó entre el estrépito de la acequia.
Ahora la canícula se impone pero en mis ojos llueve.
En mi alma se deposita la nieve en copos grandes.
No sé si vuelva a prender la estufa de aquella casa
y de su mano reciba una taza de chocolate
o si los pájaros canten después de la lluvia
o el viento traiga su perfume a la ventana.
Efraín Gutiérrez Zambrano.