Lo más prudente es retirarse
por la puerta ancha
por donde hemos abierto camino
alejándonos de las rejas herrumbradas
que separan el limite tuyo derrumbando al mío
vuelvo, a la orilla de playa que da al vacío
abierto, entrando por los sembrados valles
de máquinas y ciudades, retornado de cordilleras
y senderos, horada a la bestia de hojas blancas
por su lomo, bebiendo la sangre de la montaña
viviseccionada por su materia soleada, buscando
la pureza excavada, hundiéndose en la selva
transgredida, por el pecado de nuestras manos
cuarenta años en las dunas, evitando la salida
adentrándonos en la cueva, la amada
oscura tumba, donde nacemos
donde resplandece
el germen
como un charco
como un loco amor irrefutable
arden rojos los cielos por su idea
estallan astros, inmolan sabios
por su falta entrañable
terminamos todos
en la circular semilla
o en el sol ardidos
Es mejor retirarse ahora
por donde hemos venido
a media vuelta y a la falda
de las sagradas montañas en
lo más profundo de tu madre
devuelta al huevo
al óvulo
al espacio dispuesto
a la vía láctea derramada