El lúgubre destino que no llega a ser claro,
Se derrite en las venas, hierve la sangre,
El agua corre y el mundo no se detiene.
El libro con hojas en blanco que espera a ser escrito,
Como un árbol que sus raíces ya brotan,
Cualquier mortal entiende,
Tan sutil como la flor del acónito,
Pero venenosa en su madurez, benévola como la paciencia,
Indirigible tal cual, la ira.
Tal vez nadie entiende las palabras,
Solo no se debe de entenderlo todo,
Así es ella, engañosa...
Como el paisaje de una bella tarde, reconfortante,
Nadie espera nada de ella, pero como llega se va,
Ignorada por toneladas de concreto,
Distante si no la buscas,
Caminos por recorrer... desafiante.
Hazle el amor en cada esquina,
Pero no busques prometerle un mañana,
Arte y sabiduría le componen en sus lineas, como notas llegan a nuestro sistema,
Mientras a lo que llaman amor exista, se le sigue ofreciendo vida.