racsonando

NOCTÁMBULOS

Tarde camino solitario

este asfalto

adoquín de sobresaltos.

Las sombras desperezan su letargo

tras el maullido recurrente

en los tejados.

Resume la tristeza y su agonía

un tranvía que arrastra imaginarios.

¡Vidrieras opalinas!

¡Orejeras en mi diario!

La luna, corona de alegrías,

oculta entre nubes sus estaños.

Las sombras al redoble de mis pasos,

marcha negra, tinto amargo.

Y con ellas se alimentan otros diarios.

El reloj de un gallo lastimero

anuncia un nuevo día y sus espantos.