De sus ojos la noche
descendía cantora, extraña y dócil.
Y en la desolación
misma; murió de años infinitos.
Pestaña nocturnal…
¡Despierta! ¡Líbrame de todo mal!
En esta noche, que sus dos sollozos
me alcanzan como hereje
que ha bebido tu amor...
¡clamo perdón!… Y ruego seguir muerto
para siempre en mi mármol
¡Adiós amada, has llorado tanto!
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David John Morales Arriola