La cadencia de mis coplas
penetraba en tus oìdos
con magnìfica armonìa
y aceleraba
los latidos de tu corazòn.
Pero...en tu boca...
ya tus labios eran como un desierto,
¡Habìan perdido sus besos!
Eran como una esponja
que absorbieron
la miel de sus caricias.
Mientras, yo veìa pasar
delante de mis ojos
relàmpagos atronadores
y en mi palpitante fantasìa
surcaba con mis brazos
las olas de tu cuerpo
donde cansado y consumido
agotaba mis fuerzas para amar;
lanzè un gemido, ¡Y exclamè!
¡Padre y Señor!
que los clavos de tus manos y tus pies
sean el camino del viento de mi amor.
Ysidro Parra - Venezuela
26/10/16
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