Es tiempo de parar
este tren de vida
que lleva el reloj
de la rutina
imperecedera.
Es hora de ponerle
trabas al estrés
desapercibido
que se cuela por
entre las rendijas
vencidas del alma.
Es momento de viajar
al interior del corazón,
de dar rienda suelta
al amor libre de complejos,
de tomar el aire puro
de la montaña,
de envolverse todo
con el salitre
de la mar en su calma,
de vivir sin más
preocupación que
la de contemplar,
sentir y serenar...
Y tú, si puedes,
atrapa
el detalle
que encierra
el instante...