Vendrá el derrumbe de mi palpitar cansado
¡Oh diurna!
de repente tuve alivio y el alivio ya no eras tú
y más alegre que tú estaba yo
por eso desde el arrabal llamabas la frescura
y culpabas a los siglos, a la carne que era tuya.
Culpabas la hora mía y el caer de mis quebrantos.
¡Oh diurna!
ya vendrás flébil en las tradiciones
después vendrás junto a las visperas
negando los susurros y los vientos de ayer.
Me culparas cuando los tambores se hayan apagado
y nada más resucite tu corazón.
Tu noche me ve, ¿es acaso la muerte la que me conoce?
he de llamarte para buscar tu culpa
también los tiempos serán mi llamado
también mi calma habrá de llamarte.
Pon tus manos en los bordados dedales heridos
pon la calma aquella ardiente y fecunda.
¡Oh diurna!
Pero si no es la tierra, si no es alguna mano,
sera el tiempo el que te sepulte
y me culparas...