Raya el día... en el bermejo horizonte
Arde la llama del albor anaranjada,
La luz colora la llanura y el monte
En la callada y tranquila madrugada...
El cielo mágico, turquí y despejado
Extiende su profunda majestad,
Aún está oscuro y aletargado
Por el sopor de la eternidad...
La luna ya pretende esconder
Su lívido y mítico semblante
Y en el oeste aminora su arder
La última estrella coruscante...
Mas el portento de la roja alborada
Ya conquistó el horizonte por el este
Y se disuelve, ya cobriza y dorada
En la pureza fría del azul celeste.