Cuando atravieso rachas de gloria en mi vida, no soy capaz de escribir.
Cuando la comodidad me regala suficiente tiempo libre, no soy capaz de escribir.
Cuando estoy en armonía con todo, no soy capaz de escribir.
Cuando la felicidad me ata, no soy capaz de escribir.
En cambio cuando el yugo
del caos amarra mi mente y hace que caiga en un estado totalmente depresivo y melancólico, escribo.
Cuando me siento triste tras un rotundo fracaso, escribo.
Cuando tengo el tiempo justo entre las clases, el fútbol, la novia, la cena y los amigos, escribo.
Cuando la tristeza cubre con su manto mi alma y la succiona hasta dejarla vendida a el llanto, escribo.
Definitivamente ni la felicidad,
ni la comodidad,
ni la armonía,
ni la gloria bastan para formar grandes poetas.
REFLEXION
*recuerda que un poeta es aquel que solo necesita 4 palabras para transmitirte mil emociones