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Pajaritos y pajaradas .

 

Pajaritos y pajaradas .

Historia basada en hechos reales en vall d´uixó.

La contemplación del vuelo de los pajaritos de un agricultor dando vueltas sobre su huerto mientras leía un poema de Mercedes B. Ibáñez titulado

“De pajarillos y cuentos “ que empieza así:

 

Aún pían los pajarillos madre,
aún en mis sueños les oigo piar,

 

Estos versos le harán revivir y unir a este agricultor tres acontecimientos relacionados con la humanidad de estas tierras divida entre dos clases de gente. Los miserables de toda la vida llamados pajarillos, que aún poseen cierta nobleza dentro de su miseria y se acercan al otro para ayudarle, y los miserables de las pajaradas, que solo se preocupan de si mismos y de acabar con el espíritu de los pajarillos.

 

I.

 

Bajo el puente de San José frente a mi huerta, volaban los pajaritos , y yo veía pasar los blancos cristales de los autobuses sobre el puente, y a los pajaritos dando vueltas sobre sus nidos.

Los niños se los habían robado y los llevaban bajo los arcos del puente, y los pajaritos los estaban buscando.

Hacía unos días, era Yo el que viajaba en autobús, de Vall d´uixó a la Plana, y junto a mí había una muchacha que decía que quería volar.

Al parar en Nules ,contemplé desde los blancos cristales del autocar, los balcones, muchos de ellos muy bajos y con jaulas llenas de pajarillos encerrados. Hubo uno libre que a ellos se acercó ,y pude ver emocionado como se posaba sobre las jaulas de los cautivos para animarlos.

 

II.

 

Bajo el puente frente a mi huerto, agua, agua para regar mi huerto, y los pajaritos dando vueltas en circulo, danzando en el aire. Cantos funestos presagiando que me han robado.

Y al caminar por una senda del barranco buscando a quien me los ha robado, me encuentro al hombre al que vendo guisantes.

¿ has visto pasar a quién me ha robado?- le preguntó.

Aún no me doy cuenta de lo que lleva entre las manos cuando me responde que una bandada de chiquillos, Dios los mate pronto, han sido.

Y al pisar la tierra noto la suavidad de las plumas que ya no tienen alas y veo lo que lleva entre las manos el hombre de los guisantes, pajaritos muertos que está pelando.

Ante de irme con cara tierna me pregunta:

 

¿ tienes guisantes?

 

Vuelvo al barranco, llanto que se lleva el agua cuando truena, y los pajaritos dando vueltas por el aire, tras los niños con sus nidos.

III.

Bajan burlados por el talud del barranco entre gestos desconsolados una pareja de pajaritos venidos de Madrid y que se quiere ir. El sur y el este no les ha sentado bien a la salud.

Su rostro de hambre y miseria, mucha más de cuando llegaron.

Llanto oculto bajo el agua.

Voz que tiembla entre las cañas.

Ademanes que hacen quebrar a los juncos.

Ella me cuenta,

que la chica que quería volar, la que viajó conmigo en el autobús, ha volado con su dinero, después de haber estado unos meses con ellos viviendo por no tener a nadie.

 

Nos sentamos resignados y miramos el cielo de vall d´uixó sobre nosotros.

Los pajaritos están piando porque les han robado sus nidos unos niños que se los venden al hombre que me compra los guisantes.

Está pelando los pajaritos recién nacidos para meterlos en un huevo de nuevo.

 

Angelillo de uixó.

 

 

 

 

 

 

II. Parte

 

Poema M.B, Ibáñez. De pajarillos y cuentos

 

 

 

Senryu

Pájaro libre,

sin reflejo de jaula.

Vuela el alma.

I

Verso libre

Aún pían los pajarillos madre,
aún en mis sueños les oigo piar,
del nido aquel de cuclillos
que robé siendo zagal
y con tanta ilusión, corriendo
con mis zapatillas nuevas
con orgullo te fui a mostrar.

No olvidaré tu mirada
cuando les viste temblar
pusiste tus ojos en mi
alzaste mi cabeza al cielo
y con tu voz dolorida,
casi llorando dijiste;
mira, mira su madre
mira cuan desesperada,
mírala por donde va
va buscando a sus hijos
que llorando en tu mano están.

Y me lo hiciste soltar,
aún recuerdo tu sermón
contándome el cuento aquel
que tanto me hizo pensar,
el cuento de aquel zagal
que tú llamaste cruel,
las lágrimas me saltaron
antes de terminar.

Con el cuento aprendí,
a respetar a los demás,
a nunca quitarle a nadie
su preciada libertad,
a no robarle a nadie el sueño
ni sus ansias de volar.


Que bien madre,
que bien, me lo supiste inculcar

y con cuanto empeño madre
lo guardé dentro de mi
nunca podré olvidar
lo que contigo aprendí.

Cuéntame otra vez el cuento,
que no le vaya a olvidar,
yo le contaré a mis nietos,
para que sepan volar,
sin que nadie corte sus alas,
ni ellos a nadie quieran
cortarle su libertad.

Nunca olvidaré aquel cuento
lo guardo dentro de mí
y nunca lo he de olvidar.

II


Este fue el cuento
que  mi madre me contó.

¿Dónde vas, zagal cruel,
dónde vas con este nido
riendo tú, mientras pían
estos tristes pajarillos?
Su madre los dejó solos
en este momento mismo,
para buscarles sustento,
y dárselo con su pico...
Mírala cuán azorada
echa de menos a sus hijos,
salta de un árbol a otro,
va, torna, vuela sin tino;
al cielo favor demanda
con acento dolorido;
mientras ellos en tu mano,
baten el ala al oírlo...
Tú también tuviste madre,
y la perdiste aún muy niño,
y te encontraste en la tierra
sin amparo y sin abrigo...

Las lágrimas se le saltan
al cuitado pastorcillo;
que vergonzoso y confuso
deja en el árbol el nido.

Francisco Martínez de la Rosa.

(1787-1862)

No es un canto

lo del pájaro en la gabia,

es un llanto

producido por la rabia.

 

 

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Angelillo Uixó y M.B. Ibáñez.