La tormenta
se nos acerca
de repente.
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Hojas mustias
claman la lluvia
inertes.
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La tierra seca
con triste mueca
espera silente.
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La lluvia sabe
que cuando cae
la esperan siempre.
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Hasta yo mismo
me siento niño
bajo su fuente.
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Cuando la lluvia fresca
me da la esencia
de su efluente.
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Mi alma toca
con esas gotas
tan transparentes.
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela