Con el crujir de las hojas movidas por la ligera brisa del amanecer, recuerdo el suave toque de tus manos al sobre las mías caer. En mis sueños perfumados por el aroma de tu pelo, vivo feliz y pienso qué sublime que es mi anhelo, al despertar pensar en ti es la mejor apuesta para ya no querer dormir. Tu sonrisa de aura mágica tiñe sutil mi oscuridad, llena de felicidad lo que antes era melancolía, convierte mis fantasmas en inspiración, que contigo quiero dar salida.
Al verte tan pura y sutil, tan sagaz e inocente, tan astuta y pacífica, no me queda más remedio que sumirme en tus enigmas. Ese afán de comprenderte, asumirte y conocerte, contemplarte, acompañarte, tu belleza y expresión nacen nada más que de arte. En tus ojos cristalinos se desarman mis barreras y mi voluntad sucumbe ante lo que tú pidieras, pues la llama que arde en mí al con tu mirada encenderme, es más fuerte que idea alguna que mi razón pudiese ofrecerme. Pues lo que soy es apenas un vestigio de lo que pudiera ser contigo acompañado, y mi musa no te pido sino que recorras este camino agarrada de mi mano.