Hay una cercanía inalcanzable
que nos separa de nosotros mismos
y nos hace mirar al horizonte
ese que se muestra como sueño o promesa.
Una cercanía que ciega como el sol, cuando la miras
y atraviesa los ángulos muertos
convirtiéndolos en huellas para el camino de maña.
Es una cercanía que fabrica silencios, olvidos, recuerdos falsos.
Que no dibuja, ni piensa, ni se arrima.
(A.M.G)